martes, 6 de julio de 2010

Entrevista a Sarah Bianchi por Araceli Otamendi



(Buenos Aires) Araceli Otamendi

Esta fue la primera entrevista que le hice a la escritora, dramaturga, titiritera y Presidenta de la Fundación Mane Bernardo-Sarah Bianchi y Fundadora del Museo Argentino del Títere.*

La entrevista fue realizada en la sede del “Museo Argentino de títeres” entidad fundada por Mane Bernardo y Sarah Bianchi, pioneras del movimiento titiritero nacional. Durante casi sesenta años de viajes Sarah y Mane recolectaron más de seiscientos títeres de todo el mundo, producto de intercambios, donaciones y adquisiciones. El Museo, ubicado en la calle Piedras al novecientos, en Buenos Aires, fue fundado en 1983 pero no contó con sede propia hasta 1996. En él se pueden ver títeres de Africa, Europa y Oceanía y tiene una sala dedicada a los titiriteros de Argentina y otra a los de Latinoamérica.
Esta entrevista fue publicada inicialmente en la revista infantil Barco de papel.

Entrevista


“Cuando vos trabajás para adultos hacés lo que tenés ganas de hacer, vos sos vos y el público ¿lo acepta, le gustó?, bien. No le gustó, bueno, no importa, vos hacés lo que querés. Con el chico no podés tener esa configuración porque lo importante no es tu espectáculo, lo importante es lo que está del otro lado. Es decir, vos te debés a ese público, entonces tenés que meterte mucho en el mundo del chico.”


 ¿Cuándo empieza tu actividad como titiritera?

Hace sesenta años. Eso significa una vida. Toda la vida, empecé a los veinte años.

¿A esa edad te diste cuenta que te gustaba ser titiritera o fue antes?

Llegué al títere por distintos caminos, llegué por el teatro, trabajaba como actriz y al mismo tiempo era una artista plástica, y escribía.

¿Escribías obras de teatro?

Escribía un poco de todo, cuentos, como soy profesora en letras un poco era mi profesión incluso para ganarme la vida ya que también escribía para revistas reportajes, historias. Así que todo eso lo volqué al títere. La pasión por el títere, porque evidentemente es mucha, surge entonces a los veinte años. Sí, ahí empiezo ingresando al Instituto Nacional de Teatro, donde Mane Bernardo había creado el Teatro Nacional de Títeres. Yo ingreso a ese teatro como plástica, para modelar y para pintar telones y demás. Y al año siguiente ya tenía un títere calzado y volqué hacia el títere toda la parte mía que se orientaba hacia el teatro.

¿Cuál fue tu primera obra?

Primero fui intérprete. Lo primero que manejé fue un heraldo que tenía que tocar la trompeta y me costaba mucho llegar con la trompeta a la boca del heraldo.

¿Empezaste con obras para chicos o con títeres para adultos?

Empezamos con obras para adultos, después recién nos volcamos a los chicos. Tal vez un poco se debió a que nos dimos cuenta que podíamos acceder a un público mayor en cantidad y eso nos permitía subsistir, aunque nunca dejamos el títere para adultos porque era un poco nuestro objetivo. Seguimos haciéndolo y profesionalmente trabajando más para chicos.



¿Cualquier obra de teatro puede ser representada con títeres?

Sí, se puede, a veces tal cual es, otras veces hay que adaptarla a la técnica titiritera, pero todo es posible.

 ¿Qué títeres preferís?

Mi pasión siempre fue el guante porque me permite expresarme más directo, pero he hecho guante, varilla, marionetas, sombras.

¿Hay alguna técnica más difícil?

En todos los casos hay que dominar la técnica, de pronto una obra puede hacerse para sombras muy bien y no es para representar con guante o viceversa, es decir una acción de un títere de guante nunca lo va a resolver una sombra. Pero en otras obras la sombra lo resuelve mejor que el guante, se intercambian los motivos y las técnicas de acuerdo a las obras y al enfoque del titiritero. Mirando los títeres que hay aquí en el Museo evidentemente has recorrido muchos países, hay muchos de Latinoamérica. Recorrí América, Latinoamérica y Estados Unidos.

¿Qué recepción tenías con el público de esos países?

 Muy buena.

¿Y en Europa cómo era la recepción por parte del público?

También muy buena, en Italia, en Francia. Hay países que tienen más tradición en teatro de títeres. En general toda Europa tiene tradición, los países del este tienen una enorme tradición titiritera. Yo acabo de ver ahora las funciones en diciembre pasado en festivales titiriteros que se hicieron en España con gente de todas partes del mundo, maravillosos.

¿Tenés alguna anécdota, algún recuerdo? Esta entrevista va a ser publicada en una revista de chicos donde participan varias escuelas de España y de Argentina.

Cuando nosotras ya nos hicimos al público infantil realmente descubrimos otro mundo para el títere, distinto al que primero transitábamos que era el de adultos, bueno, yo soy maestra, y al descubrir al chico nuestra posición cambió. Cuando vos trabajás para adultos hacés lo que tenés ganas de hacer, vos sos vos y el público ¿lo acepta, le gustó?, bien. No le gustó, bueno, no importa, vos hacés lo que querés. Con el chico no podés tener esa configuración porque lo importante no es tu espectáculo, lo importante es lo que está del otro lado. Es decir, vos te debés a ese público, entonces tenés que meterte mucho en el mundo del chico. Tenés que conocer una cantidad de cosas, de intereses, de charlar incluso con los chicos, estar al día de qué están queriendo, qué les gustaría ver, probar cómo reaccionan ante determinadas cosas. Es un camino nuevo cada año, además, que evoluciona. Hay que estar al día, al tanto de lo que les interesa a los chicos. Si yo hiciera ahora el espectáculo que hacia en el año ’47, por ejemplo, sería un fracaso. Pero en el ’47 les interesaba mucho.

¿Cuál era ese espectáculo?

 Era una serie de obras cortas, casi todas de Mane Bernardo, también mías. Pero eran de una ingenuidad muy grande, bastaba que el muñeco se presentara y ya tenía un atractivo. Ahora tenés que buscar muchas más cosas, tenés que competir con la televisión. Hay que competir con los juegos, las computadoras también. El público era un público más vale contemplativo, ahora hay que tener un “pin pun” con el público.

¿Cómo se hace para poder competir con la televisión?

Para poderlos agarrar con una cosa distinta que no sea la pantalla, ahí es donde podés explotar el títere. Porque justamente lo que tiene el títere que no se lo puede dar nunca la televisión es que está viviendo en ese momento. Y que es capaz de interrumpir lo que está haciendo para dirigirse a un chico que de pronto suponemos se pone a llorar y decirle ¿qué te pasa? ¿por qué llorás? Y después volver y seguir actuando. Eso el chico no lo tiene frente a una imagen de televisión, en cambio en el teatro de títeres el chico se siente protagonista, de pronto dice: no, habría que ir para tal lado, hacer tal cosa y ahí está el chico.

Esa es la función del títere, el intercambio, cómo interactúa con el niño.

Sí, eso es lo más lindo y eso también es lo que descubrís, cómo los chicos son siempre chicos en todos lados, pero, el ambiente, la época, influye enormemente. Un chico de Buenos Aires o de otra ciudad que está acostumbrado a ver miles de cosas no es lo mismo que un chico de una escuela rural o cuando vas a un lugar totalmente perdido, de una comunidad indígena, donde de pronto no han visto nunca nada del teatro. Y lo primero que se le presenta es el teatro de títeres. Entonces no saben si se asustan, o si es cierto o no es cierto, es todo un trabajo de conquista previa del público, y eso es lo lindo, lo que nos mantiene además siempre vivos.

¿Cómo sería ese trabajo de conquista previa del público, por ejemplo si vas a una comunidad indígena?

Primero que conozcan los muñecos, el teatrito, explicarles que esos no son seres vivos, porque eso también puede pasar, que crean que los muñecos son seres vivos,y no sólo puede pasar con los chicos sino con los adultos también. Me acuerdo una vez que tenía un títere, una mona y una mujer del público decía:”qué fuerza tiene esta chica - por mi - para dominar ese bicho” porque creía que la mona era real y no un títere y que estaba viva. Y la mona era un títere en mi mano. Cosas de ese estilo pasan muchas. Incluso el tipo de obras que representes no puede ser el mismo para distintos tipos de público. Hay que adaptar la obra al público. Sí, imagináte si vas a un lugar que en su vida han visto lo que es un tren subterráneo. Y vos lo ponés en una obra, les parece de la estratósfera, no pueden captarlo de entrada porque no es lo que ellos conocen, o si presentás animales, no son los animales que ellos están acostumbrados a ver. De pronto ponés un lobo y no lo conocen pero cambiás el lobo por un puma que es el que les roba los cabritos y a ese sí lo conocen Es decir, cambiás el personaje, entonces “Caperucita roja y el lobo” pasa a ser “Caperucita roja y el puma”. Siempre con los chicos primero está el espectador y después el espectáculo. Eso es fundamental, porque de pronto vos cuando estás creando, como adulto que sos, te entusiasmás por ciertas situaciones y ciertas cosas y no lo pensás que no es para vos o para personas como vos que se está haciendo la obra, sino para los chicos. Esto no significa poner un límite al chico ni que censures nada pero que la obra esté abierta y que él la entienda y le llegue, aunque pongas fantasías, por supuesto. Soñar todos los chicos sueñan pero hay que ver qué les presentás.


 Es decir que hay que tener ojos de niño para poder crear una obra para niños.

 Claro, y es muy lindo, además te gratifica enormemente cuando vos hacés una cosa y ves que realmente llegaste. Sino tenés que ser lo suficientemente humilde para reanalizar lo que hacés y ver qué pasa, por qué no se llega, dónde está la falla. Con el público infantil es así, con el público adulto no, yo al público adulto le doy lo que tengo ganas de hacer y que se lo banque, o no.

¿Cuándo surgió la idea de hacer un Museo de títeres?

Cuando fuimos con Mane Bernardo recolectando a través de los viajes una cantidad de material que después guardábamos en baúles hasta que dijimos qué sentido tiene guardar estas cosas una vez al año, limpiarlas, secarlas, ponerles algo para que no se las coman las polillas... Entonces dijimos que esto es para que la gente lo vea y ahí nació el Museo.

¿Alguna vez salen estos títeres del Museo para representar una obra?

No, el títere que llega para el Museo no se mueve más. Además por un respeto al creador de ese títere, no se vuelve a usar. Lo usó él, fue de él y ya queda así. Con su historia. Con su historia, con su vida. Además los títeres se colocan con todos los desperfectos con que pueden venir desde su origen, de pronto se puede reparar una falla producida por un golpe pero no se reparan rehaciéndolos a nuevo, como hay mucha gente que los repinta, por ejemplo. Y por suerte he discutido bastante, pero con el correr del tiempo me han dado la razón. Aquí vienen muchos estudiantes de museología, de bellas artes, de teatro y un grupo de chicos que estudia museología hablaba conmigo y hablábamos de eso, de reparar los títeres del museo y me decían que yo estoy con las corrientes más modernas de museología. Las corrientes más modernas de museología indican que se resguarde la pieza, que no se rehaga. Indican que hay que respetar la pieza tal cual accede a los museos. Para mi es lo que les da un valor a las piezas.

*Sarah Bianchi murió el 6-7-2010
(c) Araceli Otamendi - Archivos del Sur -Todos los derechos reservados

crédito de las fotografías de Sarah Bianchi y de losmuñecos y   títeres: Araceli Otamendi

El Museo Argentino del Títere está ubicado en Piedras 905, Buenos Aires, Argentina.

2 comentarios:

  1. Encantador y productivo el reportaje! Aprendí un montón de títeres y titiriteros! Cuando era maestra usé este recurso. No sé si lo hicimos bien, sí recuerdo cuánto se divirtieron los chicos! Me queda conocer algún día ese precioso museo. Yedelmira

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