sábado, 24 de marzo de 2012

Antonio Lobo Antunes en Buenos Aires (archivo)




(Buenos Aires) Araceli Otamendi

Esta nota fue realizada hace unos años, cuando el escritor portugués Antonio Lobo Antunes visitó la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires para presentar su libro Buenas tardes a las cosas de aquí abajo y ofreció una conferencia, abierta al público, donde estuve presente. Esta nota que ahora se reproduce aquí, fue publicada en la Revista Archivos del Sur.

Antonio Lobo Antunes en Buenos Aires


Invitado por la Editorial Sudamericana, Grupo Editorial Mondadori, para presentar su libro “Buenas Tardes a las cosas de aquí abajo”, el escritor portugués Antonio Lobo Antunes vino en el mes de mayo y se presentó en la Feria Internacional del Libro de Buenos Aires.

Fue declarado Huésped de Honor por la Legislatura de la Ciudad Autónoma de la Ciudad de Buenos Aires.

Quienes lo leemos en las crónicas que escribe para el diario El País de España, excelentemente traducidas por Mario Merlino, y hemos leído sus libros, sabemos cuán extraordinario escritor es Antonio Lobo Antunes.

Hablaba en voz muy baja, se mostraba muy cansado, vino acompañado de su editor español, venían desde Colombia, adonde había ido a presentar el libro. El público escuchaba en respetuoso silencio al escritor.



El viaje, el libro


“Fue muy duro” dijo respecto a su estadía en Colombia, refiriéndose a la pobreza, la violencia, la agresividad de la gente. En Colombia las clases altas miran desde arriba al pueblo, dijo el escritor. Situación que podría hacerse extensiva a varios países de Latinoamérica, se podría agregar.

“Encontré aquí en Argentina algunos de los mejores periodistas que encontré en mi vida”, dijo. “Me sentí comprendido sin palabras”, afirmó. El escritor se manifestó cansado de hablar, de mostrar simpatía, de sonreír, de demostrar inteligencia durante la gira de promoción del libro que se remontaba desde antes de Colombia, a otros países de Europa. . “Yo creo que no solamente tengo respuestas sino preguntas” dijo. “No quiero hablar mucho del libro porque si pudiera hablar de él no lo habría escrito” afirmó Lobo Antunes. “Pasé dos años de mi vida escribiéndolo”. “Es muy diferente del libro que quería escribir. Necesitaba un punto de referencia”. Partió de la idea de las sectas religiosas que se apropian de la gente sin cultura y sin dinero. “La mano rechazaba esa solución. La mano voló a Africa, no he regresado a Africa después de la guerra”, dijo. “No hay nada más violento que la guerra, agregó. Una violencia y crueldad que al mismo tiempo me hizo verificar lados insospechados de mí mismo”, dijo. “Hay sentimientos contradictorios que nos habitan. En todos los libros que las editoriales publican con mi nombre me interesa que las páginas sean como espejos que nos devuelvan esa visión de los sentimientos que nos habitan”.



La guerra



“Yo quería tener un hijo porque pensaba que me iba a morir. Tuve una hija, cuando volví a mi casa no la conocía. Me costó tres o cuatro años tener una relación normal, mi primera reacción fue decir ésta no es mi hija.

En el país más sensual que conocí, Africa, en lugar de hacer el amor lo que se hacía era tomar prisioneros, tener muertos.”



Cuando era médico


“Cuando era médico interno tenía que hacer tres meses de cirugía, de obstetricia, de otras especialidades. Me enviaron a la enfermería de niños con cáncer terminal. Había un caso de un niño de cuatro años, yo tenia veintidós años. El niño, José Francisco se murió. Yo estaba en la puerta de la enfermería y veía el pie del niño, lo habían envuelto en una sábana para llevarlo y le veía el pie. Tengo la sensación de que por ese pie escribo. Por un niño muerto, no sé por qué razón y en nombre de qué. Hay que escribir por los que no tienen voz, por los que no pueden hablar, por la madre de mis hijas que murió de cáncer hace cuatro años. También escribo con mucha alegría, no tengo tiempo para deprimirme” dijo. “Tengo momentos en que mi cabeza está llena de perros negros que se devoran a los otros”.



Su última novela: una historia de amor


En noviembre de 2003 terminó la novela “Yo he de amar una piedra”. Por la mañana escribo en el hospital, por la noche en mi atelier, escribo con la puerta abierta, no me gustan las puertas cerradas.

Entonces hizo el siguiente relato:

“Vi pasar una señora de negro y el médico que estaba ahí me contó la historia:



La mujer era una campesina, trabajaba como costurera. Cuando era joven se enamoró de un chico que también trabajaba en el campo. Sus padres la enviaron a Lisboa para que tuviera una vida mejor, la enviaron a casa de unos parientes. El novio también trabajaba mucho. Se miraban cuando se cruzaban por la calle. Ella enfermó de tuberculosis, el chico le escribía pero sus parientes no le dejaban contestarle. El pensó que ella había muerto. El se casó, estudió, tuvo hijos. La chica no murió, volvió a trabajar como costurera. Diez años después, un día que ella volvía de entregar unas ropas a sus clientas se encontró con él en la calle. Durante cincuenta y tres años todos los miércoles se encontraban en una pensión. El estaba casado. Ellos no hacían el amor, se tomaban de las manos. Se iban a ver las acacias en flor. El ganaba mucho dinero. Había alquilado un piso. El se murió estando con ella. El problema era cómo hacer salir el cuerpo sin que la mujer de él se enterara de la relación. Ella llamó a uno de los yernos de él para que se ocupara de eso. Ella no podía ir a los funerales. Ella contó la historia”.



Se la conté a mis hijas y ellas me dijeron: Qué mujer tan idiota.



“Para mí, la mujer de la historia se había quedado con lo mejor de ese hombre. Quería escribir esa historia. Estuve dos años y escribí un libro de amor. Hemingway decía siempre que las historias de amor tienen un final triste. He visto en mi familia historias de amor felices, quería que esa historia de amor circulara en mi sangre. No me gusta contar historias pero la conté para decir que estoy contento de estar aquí.”.



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domingo, 18 de marzo de 2012

Entrevista a María Sáenz Quesada - archivo

foto: María Sáenz Quesada

(Buenos Aires) Araceli Otamendi

Realicé esta entrevista a la escritora e historiadora argentina María Sáenz Quesada cuando apareció su libro "Isabel Perón - La Argentina en los años de María Estela Martínez". Dado que este año la revista Archivos del Sur cumple su décimo aniversario estoy publicando en este blog las entrevistas más relevantes que hice  en  estos diez años.

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Introducción




(Buenos Aires)


A raíz de la reciente publicación del libro “Isabel Perón- La Argentina en los años de María Estela Martínez” entrevisté a María Sáenz Quesada, escritora e historiadora argentina. El libro fue presentado en una librería de Buenos Aires por el historiador argentino Félix Luna y por Julio Bárbaro, en ese momento interventor del Comfer.
 Además de libros de historia, Sáenz Quesada ha escrito novelas y es también directora de la revista "Todo es historia". Ha ocupado cargos como el de Secretaria de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires y directora del Museo de la Casa de Gobierno  entre otros. Es miembro de la Academia Nacional de Educación.


"Este libro tiene una virtud, es que quien lo lea con sinceridad para tratar de saber algo más y de entender mejor, puede, en el caso de que haya vivido esa época, reconstruir su historia personal alrededor de lo que narra el libro, sea esta persona alguien político, alguien que haya tenido una militancia activa o simplemente un ciudadano que vio cómo los acontecimientos se desataban a su alrededor y en su momento los entendió de una manera y ahora quiera entenderlos mejor. Para la gente joven representa realmente una apertura a un pasado que no se enseña, porque mientras se enseña detalladamente el proceso militar, los gobiernos de Cámpora, o la vuelta de Perón, Isabel permanece oculta."

Entrevista a María Sáenz Quesada por Araceli Otamendi

¿Cómo se te ocurrió la idea de este libro?



La idea de este libro se me ocurrió cuando yo dirigía el Museo de la Casa de Gobierno, en el año 1988. Y para reabrir el Museo tuve la idea de poner algunos objetos de Perón. Le escribí a Isabel a través de su abogado y ella me autorizó a retirar objetos personales de Perón que estaban en la Quinta de San Vicente. Entonces fuimos con la comisión del museo y además de dichos objetos ví muchísimas cosas de Isabel, sobre todo los uniformes que ella había usado cuando ejercía la presidencia.



¿De las tres fuerzas?


Sí, de las tres fuerzas. Entonces pensé qué buena idea, qué buen tema, pero la idea quedó ahí. En los años 90 escribí biografías de mujeres, como “Mujeres de Rosas” y “ Mariquita Sánchez “ y postergué el proyecto de escribir un libro sobre Isabel. También tuve un cargo político y creo que todo eso me sirvió, me dio más experiencia para abordar este tema. No sé cómo hubiera resultado si lo hubiera abordado en los 80. Finalmente lo retomé después de escribir una “Historia argentina” en el año 2001 y me llevó un poquito más de dos años de investigación.



¿Hay documentos sobre los años que duró la presidencia de Isabel Perón?



Yo encontré pocos. Es decir hay desde luego toda la información oficial, hay algunas causas judiciales importantes, hay mucho oculto, aspectos que nadie quiere recordar y que se guardan en cajas fuertes, fuera del país, pienso yo. No digo que no haya documentos, sino que yo tuve acceso a pocos. Y entonces lo que hice como tarea primordial fue tomar testimonios, más de setenta entrevistas, todas en forma personal a un espectro muy variado: militares de las tres armas, sacerdotes, obispos, fui a Roma a entrevistar al Cardenal Pío Laghi, que fue nuncio en aquélla época. Creo que debo haber sido la última que entrevistó al ex almirante Massera, unas semanas antes de que se enfermara. También entrevisté a sindicalistas, dirigentes del peronismo, dirigentes del radicalismo, gente común que por algún motivo u otro había tenido que ver con esta historia, ministros de ese gobierno, personas allegadas a Isabel, Dolores Ayerbe, su secretaria privada – ya fallecida – , otras de la confianza de Perón y con estos elementos fui reconstruyendo el relato de cada uno de ellos. Yo no digo que todos estos testimonios sean absolutamente veraces, pero sí representan un punto de vista, una lectura interna de los acontecimientos porque cada uno responde a sus intereses, a su forma de encarar la realidad. De modo que hay muchas contradicciones. Mi tarea fue la de hilar los testimonios con los otros documentos; realicé asimismo una lectura muy minuciosa de periódicos y revistas, siempre dentro de las posibilidades del trabajo unipersonal. Sobre todo eso, fui reconstruyendo la historia. Pero es bueno advertir una característica de la historia contemporánea: terminado el trabajo todos los días se encuentra a alguien que le agrega alguna pequeña cosa más. Mi gran preocupación, imaginando que esto iba a suceder, porque hasta en el momento de las pruebas de imprenta yo estaba ahí recibiendo nuevas informaciones, era tratar de dar una versión que pudiera sumar los otros testimonios sin que lo esencial quedara distorsionado. Y hasta ahora creo que eso no ocurrió, he encontrado más datos pero no algo que invalide lo que ya está expuesto.



¿Este libro podría aumentarse con más testimonios o documentos, por ejemplo?



Podrían profundizarse los aspectos que necesitan una prueba documental, por ejemplo el tema de cómo llegó realmente Isabel a conocer a Perón.



Es interesante esto último porque en el libro se dice que Isabel es una enviada o parece ser una enviada desde la Argentina para conectarse con Perón.



La persona que me dio esta versión, Landajo había sido secretario de Perón en Panamá. De modo que es un testigo de aquella época. Desde luego es alguien que no la quiere a Isabel y que me dio esta versión que creo yo que hay que seguir trabajando porque parece verosímil que los servicios del gobierno argentino en colaboración o no con servicios del gobierno de los Estados Unidos siguieran la actividad del ex presidente Perón cuya capacidad de movilización de las masas era muy grande - que hubiera sido derrotado no significaba que fuera una persona muerta y en política eso se sabe-. Y que buscaran a alguien que no era realmente una copera como se dijo tantas veces sino una muchacha independiente, bastante rebelde, de clase media que quiso hacer su vida y que seguramente le pudo haber ido mal en esa gira artística que emprendió. Lo que sí está claro es que Perón rápidamente aceptó a esta persona, a esta joven que era tan necesaria para un hogar donde había hombres, suboficiales, y gente que realmente necesitaba una presencia femenina y que valorara su lealtad en circunstancias muy difíciles, cuando Perón estaba exiliado en Caracas y hubo desde un atentado del gobierno argentino antiperonista, de la “Revolución libertadora” y luego cuando la caída del dictador Pérez Jiménez que lo había protegido hasta entonces. Isabel estaba con Perón y no lo abandonó. Ella fue leal y Perón, ya sabemos, eso es lo que realmente valoraba.



Pasando a otro tema, vos decís en el libro que hay períodos de la historia que se quieren olvidar, que la conciencia colectiva quiere ignorar porque son muy dolorosos.



Este libro tiene una virtud, es que quien lo lea con sinceridad para tratar de saber algo más y de entender mejor puede, en el caso de que haya vivido esa época, reconstruir su historia personal alrededor de lo que narra el libro, sea esta persona alguien político, alguien que haya tenido una militancia activa o simplemente un ciudadano que vio cómo los acontecimientos se desataban a su alrededor y en su momento los entendió de una manera y ahora quiera entenderlos mejor. Para la gente joven representa realmente una apertura a un pasado que no se enseña, porque mientras se enseña detalladamente el proceso militar, los gobiernos de Cámpora, o la vuelta de Perón, Isabel permanece oculta.A la mayoría no le gusta recordarla. Es muy odiada por lo que entonces era la izquierda peronista, es muy desvalorizada por el sindicalismo peronista aunque éste resultó sin embargo su último apoyo, en los meses finales de su gestión presidencial, y solamente una parte del peronismo político, sobre todo en las provincias, mantiene una actitud más respetuosa hacia la señora de Perón. De todos modos ella queda siempre aureolada por ser la viuda de Perón y eso le ha evitado que se le pasen facturas por los aspectos más negros de su gobierno, como es el caso de la Triple A..



Vos decís que en el interior del país, en las provincias respetan más a Isabel Perón, ha quedado un recuerdo más benévolo de ella ¿a qué lo atribuís que esto ocurra así? ¿Será porque Isabel recorría las provincias?



Quizás porque en las provincias hay un peronismo más sencillo, más atento a lo que decía el General y por lo tanto si su mujer iba como enviada, en aquella famosa gira de 1965 o como candidata a vicepresidente en 1973. Entonces, como Perón ya estaba enfermo y no podía realizar una gira, Isabel recorría las provincias. Yo recuerdo haberla visto, en ese entonces yo trabajaba en Catamarca. Ella estaba en un palco, no era una figura descollante pero cumplía su papel. La gente peronista común no tenía tantas exigencias en cuanto a que Isabel compitiera con Evita ni le cuestionaba a Perón nada de lo que hacía.



En el libro queda claro quien firma el decreto donde se establece que había que aniquilar a la subversión, los “elementos subversivos”.



Isabel firma el primer decreto secreto relativo al área de Tucumán donde el Operativo Independencia se lanza en febrero de 1975. Lo firma aparentemente estando en Mar del Plata, en la Base Naval . Pero en octubre de ese mismo año el que lo firma es Luder. En ese decreto, la palabra aniquilar es lo que más ha sido cuestionado; Luder ha explicado qué sentido se le daba, que aniquilar era exterminar al enemigo pero no personalmente uno a uno. Alguno de los que estuvo en la discusión directa, un brigadier que no quiso revelar su nombre, dijo que él también lo había cuestionado al término pero que se argumentó que estaba en la terminología del Ejército.Y lo que también es doloroso ver es que desde Montoneros también se hablaba de la necesidad de aniquilar al enemigo que en este caso eran las Fuerzas Armadas. Es un lenguaje que revela el clima de odio entre argentinos que era verdaderamente doloroso, y del que participaban, no vamos a decir todos pero sí una mayoría política que hacía muy difícil esa vuelta a la democracia. La falseaba, era una vuelta a la democracia donde valía todo. Eso no es realmente democrático.



¿A qué atribuís como historiadora esa tendencia de decir “hay que aniquilar al enemigo”? , ¿de dónde viene eso en la historia de la Argentina?



Yo creo que la tendencia de aniquilar al enemigo es una tendencia feroz de las personas y en la historia argentina existe también. Está en aquél lema de Facundo Quiroga “religión o muerte” o la frase de Sarmiento sobre la sangre de gauchos, todo esto es de una gran ferocidad en nuestras luchas civiles. Pero también se encuentra a lo largo de la historia el intento, la voluntad de instaurar leyes, una constitución y formas legales de dirimir las luchas. Creo que en ese sentido el 73 y en el 76 mucho más fueron retrocesos francos en el sentido de buscar formas, consensos verdaderamente democráticos, donde gobiernan las mayorías y las minorías tiene también oportunidad de participar y la justicia es para todos. La Argentina como tantos otros países ha iniciado y ha retrocedido muchas veces en el camino de la ley pero al mismo tiempo en el período 1973- 76 también hay aspectos positivos, es decir que funcionan las cámaras, el funcionamiento de la justicia es mejor que lo que va a ser después - se ve por ejemplo que muchas veces los presos cuando caen en manos de la justicia se les sigue un proceso judicial, no es lo mismo que el otro lado feroz, la acción de la triple A o la represión sistemática desde las Fuerzas Armadas; por cierto que a mediados del 75 empezaron las desapariciones. En cuanto a la lógica de la guerrilla, tanto la guerrilla peronista como la del ERP, piensan también en aniquilar al enemigo, en hacer atentados, en el secuestro como método; terminaron ocupando cuarteles, matando conscriptos, etc.



Volviendo al tema de Isabel ¿ella tenía vocación de poder, tenía coraje o las dos cosas juntas?


Yo creo que Isabel tenía vocación de ir ascendiendo, como suele suceder con este tipo de personalidades, creo que jamás se había planteado llegar a la presidencia pero sí fue escalando posiciones en el entorno personal de Perón y todo lo que sea caudillismo personalista lleva a que las personas del círculo íntimo tengan un acceso a todo, podríamos decir así. No sólo en las dictaduras, también ocurre en los regímenes democráticos donde hay un poco esta distorsión , donde el “palacio” tiene preeminencia sobre las instituciones. Yo analizo lo más posible un momento clave que es cuando Cámpora renuncia y se discute quién va a acompañar a Perón, lo que resulta claro es que Perón mismo no propone nombres viables dentro de su propio partido. Había gente tan capacitada como Angel Robledo, podía haber también militares peronistas que podían acceder a este cargo, se hablaba mucho de Balbín, cosa que era bastante absurda porque unir a los dos partidos era una especie de unanimidad poco recomendable para el funcionamiento republicano. Pero los radicales no alfonsinistas también se habían enganchado con esa idea. Finalmente todo eso se va diluyendo y queda el nombre de la esposa de Perón para acompañar la fórmula. Eso es algo que no había conseguido Evita en su momento. Isabel no sólo lo lograría sino también va la presidencia a raíz del fallecimiento de su marido y esto se va a convertir en una carga desdichada. Porque yo creo que Isabel pasa por su momento más feliz en el ejercicio del poder cuando hace ese viaje como vicepresidente a Europa, cuando su marido está a punto de enfermarse, en sus días finales. Isabel habla en Ginebra, es recibida por el presidente de Italia, le hacen una gran recepción en el Palacio Barberini, en Roma también la recibe Franco. A los dos días de volver muere su marido y ella se convierte en presidente y se desencadena después todo el drama..



En el libro se evidencia la soledad en que queda Isabel después de la muerte de Perón, se narra una reunión con los ministros donde les pide que la visiten los fines de semana con sus familias.



Ella se aferra a López Rega y al grupo formado asimismo por el canciller Alberto Vignes y los hermanos Villone; cuando López Rega se va, en julio del 75, ella se queda muy sola ; además ha roto con su familia muchos años antes. Tampoco mantiene relaciones de amistad. Esa soledad, consecuencia de encandilarse demasiado con el poder, se prolonga hasta hoy. Isabel vive en Madrid , tiene sí relaciones con gente del franquismo, tiene algunas amistades con quienes se reúne a jugar a las cartas, pero está bastante aislada.



¿Intentaste entrevistarla para el libro?



Sí, hablé con su secretario privado, Martínez, y todo quedó en evasivas. Creo que hubiera sido interesante, que opinara sobre algunos aspectos por ejemplo de su relación con Massera, o sobre su acceso a la candidatura de vicepresidente.



Tampoco pudiste entrevistar a Luder



Luder directamente por teléfono me dijo que no, que ya había hablado sobre este tema con otros. El tema de Luder no solamente pasa por el decreto de aniquilamiento por el que tuvo que responder ante la justicia sino en entender por qué se negó a suceder a Isabel en una maniobra constitucional, legal, que no sé si hubiera impedido el golpe militar pero sí lo podría haber demorado o deslegitimado. Porque ante la sociedad el gobierno de Isabel se había deteriorado a tal punto que la ciudadanía recibió con los brazos caídos el golpe, muchos se alegraron, inclusive gente que había estado presa en el gobierno de Isabel pensó que a partir del golpe podía llegar una etapa con mayor justicia y por supuesto se equivocaron. Luder se ha justificó diciendo que no podía traicionar a la mujer de Perón. Otros estiman que el golpe militar igual hubiera llegado. Creo, por mi parte, que la clase política siempre tiene que buscar soluciones dentro de ella misma.



Desde el punto de vista de la biografía de Isabel, cuando a ella la apresan, la llevan al Aeroparque y la detienen ahí hay un general que le dice que ha sido destituida y ella le responde que va a hacer lo que le digan, no se resiste. ¿A qué atribuís este modo de responder de Isabel en un momento tan grave?



Yo creo que Isabel tenía una idea muy mesiánica de su gobierno, se sentía realmente con derecho a suceder a Perón, sentía la legitimidad de esa herencia, no en forma republicana, sino en forma casi monárquica. Ella tenía un sentido muy monárquico del poder. Cuando la apresan también demostró su personalidad y por qué Perón la había elegido, cumplió hasta el final ese papel con mucho valor porque la verdad es que un grupo militar lo ponga a uno preso y no se sabe dónde lo van a llevar, qué van a hacer... hay que tener valor para afrontar eso.



Pasando a otro tema en el libro dice que hay un músico, Christopher Moore que compuso una ópera sobre Isabel y de esto no se habla



Lo único que leí en su momento fueron sus declaraciones en el año 1999 donde Christopher Moore dice que tiene la ópera lista. El personaje de Isabel le había fascinado siempre, desde que era chico, en Ohio. Pero que en la Argentina funciona el olvido deliberado del gobierno de Isabel y que ese gobierno, por el contrario, debe ser recordado, admitido y reinsertado en la memoria colectiva. Me gustó ver esto desde un extranjero, desde un artista, porque también ese es el objeto de mi libro, presentar desde la biografía de una mujer y su vínculo con el poder la historia de la Argentina reciente, la historia que es mi historia también y la de los que sin vivirla heredaron sus efectos.



Hay un tema que no mencionamos y es el de López Rega, “el Brujo”. ¿Cómo llega López Rega a conectarse con Perón y con Isabel?



Hay dos versiones, la versión más creíble es la de que a fines del viaje de 1965, López Rega se presenta al mayor Alberte, un referente luego de la izquierda peronista y se ofrece para ayudarlo a imprimir boletas en la contienda electoral en la cual el peronismo de Perón va a competir con el vandorismo y a custodiar a la señora de Perón en el viaje que va a iniciar por las provincias. Y a partir de allí, seguramente por la inclinación espiritista de ambos, de Isabel y de López Rega, ella dice que le parece bien que este hombre la acompañe a Madrid para solucionar algunas cosas que se necesitan en Puerta de Hierro. El viaje se hace con el apoyo de la logia Anael. López Rega no vuelve. Se instala en Puerta de Hierro y luego va escalando posiciones. Se vuelve cada vez más util a Perón y a su esposa.



¿Tuviste algún comentario del libro desde la izquierda peronista?



Algunos sí, me han dicho que entendieron la parte que ellos no conocían la conocieron a través de mi libro.

El militante de aquellos años estaba muy centrado en su lucha entonces por ahí no sabía ni los nombres de los ministros, ni qué pasaba. No tenía mucha información. Y un ex ministro del último gabinete de Isabel me ha dicho que ahora que leyó mi libro entendió mucho mejor lo que fue la “Triple A” que antes, de modo que el libro también sirve para gente que estaba en el gobierno y que quizás no quería ver mucho de una realidad demasiado dolorosa.


Es que no hay una historia escrita de esos años.



Hay historias parciales sobre temas puntuales. La biografía de Gelbard de María Seoane, ahora se publicó una biografía de López Rega, hay libros sobre la economía en esa época, sobre Montoneros hay muchos trabajos y libros como el de Martín Caparrós. Pero en este libro he tratado de ser lo más respetuosa posible con todos los actores políticos a fin de dar una visión amplia.



Vos decís que la historia no es un tribunal ni el historiador es un juez.



Creo que eso de estar adjudicando buenos y malos es un poco ridículo.



Por otra parte ¿qué diferencia hay entre un libro de historia escrito por un historiador y uno escrito por un periodista?



Creo que este último es más una crónica. El periodista por lo general y por lo que veo no es muy cuidadoso en cuanto a decir cuáles son sus fuentes, en general si la versión le parece verosímil la relata, tiene que preservar en muchos casos nombres, entonces su relato tiene que ver con el día a día, con la noticia. Desde ya que hay periodismo de investigación excelente y muy cuidadoso y que el historiador usa. El historiador tiene que ser doblemente cuidadoso, tiene que tratar de ver todas las versiones, todas las posibilidades, para estar un poco por encima de los partidismos, de las prevenciones. Desde luego que uno siempre escribe con lo que es, con lo que vive, con lo que siente, pero hay que tratar de superar eso.



Para finalizar, ¿qué pasaba con el panorama internacional durante los años setenta?



Por un lado estaba la crisis de Estados Unidos que retira las tropas de Vietnam, esto provoca un gran cambio en las relaciones internacionales. Por otro lado el surgimiento de la democracia en Portugal y en Grecia y el surgimiento de la democracia en España con la muerte de Franco. En Grecia se estaba juzgando a los coroneles griegos responsables de la dictadura y responsables también del fracaso de la guerra con Turquía. Este juicio coincide con el momento en que los militares argentinos inician el Operativo Independencia, sin imaginarse que en algún momento ellos también podrían verse sometidos a un juicio, como en Grecia, luego de la derrota en la guerra del Atlántico Sur. Son ejemplos que ayudan a pensar nuestra historia y su evolución.



Los militares argentinos por un lado tenían la ambición de tener todo el poder y por el otro terminar con la guerrilla. Según lo último que mencionás no miraban el panorama internacional.



Yo creo que los militares pensaban más en el éxito que en esa misma época Pinochet tenía en Chile y en los militares que estaban en Brasil, en Uruguay, en Bolivia y en Perú. Había una serie de ejemplos que los ayudaban. Era difícil asimismo entender que a partir de la crisis mundial del petróleo, el primer mundo empieza a organizarse de otra manera, con nuevas tecnologías y que los argentinos, envueltos en nuestras querellas nos quedábamos al margen.



¿Es necesaria la historia?



No es que sea la panacea, creo que la historia enseña a comparar, a medir, a mitigar la euforia, a evitar la desesperación, es una maestra de sabiduría de la vida.



© Araceli Otamendi – Todos los derechos reservados

fotografía: archivo.

viernes, 16 de marzo de 2012

Entrevista al escritor boliviano Víctor Montoya

                                                    foto: Víctor Montoya

(Buenos Aires) Araceli Otamendi

Conocí al escritor boliviano Víctor Montoya a través de internet, hace diez años. Hacía poco tiempo que había fundado la revista Archivos del Sur y recuerdo que encontré en la Biblioteca Cervantes Virtual un pequeño anuncio de una antología de escritores que él había preparado en Suecia y le escribí para pedirle un cuento. Enseguida me contestó y amablemente me dijo que eligiera uno de sus textos. Por entonces Víctor Montoya vivía en Estocolmo, donde estaba exiliado por razones políticas. Había sido dirigente estudiantil hasta mediados de 1976, cuando la dictadura militar de Hugo Banzer lo persiguió y liberado de la prisión por una campaña de Amnistía Internacional debió exiliarse en Suecia en 1977.
Durante varios años nos escribimos, Víctor siempre me envió las colaboraciones que le pedí  para la revista Archivos del Sur y para la revista infantil Barco de papel.
También lo entrevisté, la entrevista está publicada la revista Archivos del Sur y fue publicada en Bolivian Studies Journal, una edición especial dedicada a Víctor Montoya por la University of Illinois. A través de los años Víctor Montoya me fue enviando  sus libros por correo ya que resultaba  imposible conseguirlos en las librerías de Buenos Aires y yo los leía y los comentaba. Así fue que pude leer su novela El laberinto del pecado, el libro Cuentos de la mina, su ensayo El niño en el cuento boliviano.
El profundo compromiso social, la denuncia de las injusticias, las agudas observaciones del escritor se ven reflejadas en la literatura del escritor boliviano.
En la precitada entrevista le pregunté a Víctor Montoya si volvería a vivir en Latinoamérica, y en caso afirmativo, seguiría siendo escritor y él me contestó: "A estas alturas de mi vida, y después de haber vivido en Suecia durante más de dos décadas, es difícil plantearme un retorno definitivo, pero me seduce la idea y el corazón me palpita aceleradamente cada vez que la idea cruza por mi cabeza. Al fin y al cabo, soy un boliviano más de la diáspora, que abriga la esperanza de retornar algún día a la cuna de su nacimiento. De cumplirse este anhelado sueño, seguiría escribiendo como hasta ahora. Es una de las pocas cosas que sé hacer o, por mejor decir, una de las cosas que mejor sé hacer...".

Durante un tiempo no tuve noticias de Víctor Montoya hasta que hace pocos días, reiniciada la comunicación con el escritor, me dijo que está viviendo nuevamente en Bolivia, en la ciudad de La Paz.
Víctor Montoya siempre mantuvo una gran calidad literaria en sus textos, tanto en los cuentos, como en las
crónicas y ensayos. Además, es un escritor latinoamericano que ha mantenido sus ideales y su compromiso social  y su literatura lo refleja.
Es por eso que decidí entrevistarlo nuevamente para la revista Archivos del Sur.

Entrevista al escritor boliviano Víctor Montoya

(Buenos Aires/La Paz)



A.O.- Estás viviendo en tu país natal, Bolivia, nuevamente, después de más de treinta años de exilio en Suecia, ¿qué significado tiene en tu vida esta nueva situación y cómo ha cambiado tu visión de las cosas como persona y como escritor?

V.M.- Retornar a la tierra que a uno lo vio nacer, con un mundo de ilusiones y otro mundo de expectativas, es como el retorno del hijo pródigo que un día se marcha de casa y otro día decide volver a los brazos de su madre, con las esperanzas de quedarse para siempre allí donde están los familiares, los amigos de la infancia y los compañeros de lucha. Después de tantos de ausencia, provocada por un exilio que comenzó en 1977, uno tiene la sensación de parecerse a Ulises, quien retornó a Ítaca tras una larga odisea, que algunas veces lo llevó a perder el timón de su nave y otras veces lo arrastró hacia los peligros que lo acechan cada vez, hasta que al final, armado de coraje y de paciencia, retornó por alta mar a su amada tierra.
Debo confesar que mi nueva situación, aunque no es exactamente la misma de hace treinta cuatro años, no ha cambiado en absoluto la visión que siempre tuve del país y su problemática, como no me ha cambiado a mí en lo personal ni en lo literario, probablemente, porque siempre viví vinculado a la realidad ancestral a pesar de la distancia y porque nunca tuve razones, ni internas ni externas, para dejar de ser lo siempre he sido: un hijo de entrañas mineras que luchó -y sigue luchando- por la libertad y la justicia; un fenómeno social que se refleja, incluso de manera descarnada, en gran parte de mi literatura.

A.O.- ¿Cuál es tu visión de la nueva situación social, cultural y política que se vive en Latinoamérica y especialmente en Bolivia y en los países de América del Sur?

V.M. - En América Latina, a diferencia de lo que se experimentó durante los regímenes dictatoriales de la segunda mitad del siglo XX, se está viviendo una situación de democratización del Estado de derecho, con gobiernos de consenso, elegidos democráticamente por un pueblo que, además de pedir el respeto a los derechos humanos, está exigiendo que se defiendan las recursos naturales del saqueo imperialista. De modo que la nueva situación social, política, económica y cultural, en cada uno de los países del Cono Sur, nos está demostrando que es posible construir sociedades más libres y equitativas, donde todos podamos convivir en paz y armonía, indistintamente de las diferencias raciales y culturales que se manifiestan en este enorme mosaico, complejo y contradictorio, que es el continente latinoamericano.

A.O.- ¿Qué influencia ha tenido en tu literatura el hecho de vivir nuevamente en La Paz? y ahora, desde ese lugar ¿cuál es tu visión de la Europa actual?

V.M.-Creo que ninguna, pues, como te comentaba en un principio, siempre he escrito como si estuviese viviendo en La Paz o en Llallagua, aunque físicamente me encontraba en Estocolmo. Es decir, mi literatura, en lugar de alejarme del país, fue un puente que me permitió mantenerme en contacto permanente con mi gente y su destino. Es como si nunca me hubiese alejado de sus montañas, sus valles y sus selvas. En mi literatura aparecen retratados, de un modo o de otro, los mil rostros de Bolivia; de esa Bolivia que dejé y de esta Bolivia a la cual retorné después de más de tres décadas de ausencia.
Pienso que la visión que ahora tengo de Europa, contemplada a la distancia, es más difusa que la visión que tengo de Bolivia. No olvidemos que Europa es un continente en la que cada país parece formar una islita en un inmenso archipiélago, con idiomas y culturas que se diferencian de manera abismal. Sin embargo, desde que se constituyó la Comunidad Europea, varios países han sido afectados por la crisis económica del sistema capitalista y se han dado bruscos virajes hacia los gobiernos de derecha -en algunos casos de ultraderecha-, que ponen en peligro no sólo la democracia participativa, sino también la existencia de millones de inmigrantes que viven una situación insoportable, como si tuvieran encima de la cabeza pendiente la espada de Damocles. La xenofobia contra los extranjeros crece y crece, y los gobiernos son cada vez más y más reaccionarios.

A.O.- ¿Podrías decirme algo acerca de la literatura que se está escribiendo actualmente en Bolivia? ¿Qué características tiene? ¿Refleja el tema del empoderamiento de los indígenas?, por ejemplo

V.M.-  La literatura boliviana, en la actualidad, está viviendo su mejor momento, con escritores que están trabajando seriamente con la palabra escrita. Hay una pléyade de nuevos valores, tanto en verso como en prosa, que se están abriendo espacios considerables no sólo a nivel nacional, sino también a nivel latinoamericano y mundial. Éste es un hecho casi insólito en un país que siempre se mantuvo a la zaga de otras corrientes literarias del continente. Recordemos que hasta finales del siglo pasado eran muy pocos los escritores bolivianos tomados en cuenta en antologías, estudios o compendios de literatura hispanoamericana. Hoy en día, sin embargo, contamos con escritores y escritoras que, tanto por su talento como por la calidad su obra, están a la altura de los mejores narradores y poetas del continente.
La literatura de los escritores más jóvenes, como es natural, está acorde con lo que se está escribiendo en otros países. De ahí que no es extraño que aborden temáticas que antes no estaban contempladas en la literatura nacional, como el erotismo, la ciencia ficción o el género policiaco. Otro fenómeno interesante es que existe una nueva corriente de escritores, de ascendencia indígena, dispuestos a escribir o reescribir su historia desde su propia perspectiva; es más, el Ministerio de Culturas y las instituciones pertinentes están auspiciando concursos literarios en quechua y aymara, como una forma de fomentar la creación literaria entre los escritores originarios y como una parte de las políticas de descolonización del actual gobierno.

A.O.- ¿Cuál es tu visión acerca de la situación de las mujeres en Bolivia? ¿Están actualmente cerca de la igualdad con los hombres?

V.M.- La situación de la mujer no ha cambiado mucho, debido a la sólida estructura patriarcal existente desde la época de la colonia. No obstante, se nota que hay ciertos avances en algunos sectores, donde las mujeres participan activamente en la vida política, social y cultural. Aunque no ocupan puestos importantes en las esferas gubernamentales, son voces que se escuchan con más fuerza que antes. Por ejemplo, tenemos a escritoras que, además de tener una gran integridad personal y capacidad intelectual, hacen prevalecer sus derechos por sobre todas las cosas. Lo mismo ocurre entre las mujeres que representan a organizaciones o instituciones que luchan por la igual de géneros. Pienso que el legado de Domitila Barrios de Chungara, que fue una legendaria dirigente de las amas de casa de las minas, está generando efectos positivos entre las mujeres más conscientes y politizadas. Si bien es cierto que las mujeres no han alcanzado todavía los mismos derechos que el hombre en la vida laboral y familiar, es cierto también que estás desigualdades obedecen a factores socioeconómicos, que tienen que ver con el subdesarrollo del país y la mentalidad retrógrada y conservadora de algunas instituciones como la Iglesia, que concibe que la mujer debe estar subordinada al hombre por mandato divino.

A.O.-  Reconsiderando lo que ha sido tu vida entera, ¿qué destacarías más en tus luchas: las luchas sociales en tu juventud, tu lucha permanente con la escritura, la consecuencia con tus ideales?
¿En qué forma estás más satisfecho?, si es que lo estás de alguna manera.

V.M.- De mi vida rescato todo, incluso las etapas más sombrías que me tocaron vivir, porque todas esas experiencias juntas forjaron mis ideales y mi personalidad. Mi infancia, por ejemplo, ha sido un periodo que ha dejado una impronta imprescindible en mi vida, lo mismo que las luchas sociales en las que participé activamente en mi adolescencia. Mi relación con los sindicatos mineros, la persecución política durante la “Operación Cóndor”, la cárcel, las torturas y el exilio, han sido también factores que han determinado mi modo de ver el mundo y el contenido de mi literatura; es más, mi primer libro de testimonio, que gira en torno a la huelga minera de 1976, lo escribí en las celdas húmedas del Panóptico de San Pedro y en la prisión de Viacha. De ahí que mi lucha social se funde, como en una fragua, con la lucha permanente que sostengo con mi escritura, porque ambas luchas reflejan, de una manera consciente o inconsciente, las ganas de expresarse libremente, las ganas de crear un nuevo mundo con la fuerza de la imaginación y las ganas de vencer a lo imposible. Con todo, a estas alturas de mi vida, me siento plenamente satisfecho con los logros alcanzados, muy modestos pero profundamente significativos en la vida de un hombre que nunca puso precio a sus ideales.

A.O. -¿Qué repercusión está teniendo tu obra literaria en Europa, ahora que te han traducido al francés?

V.M. -Pienso que el hecho de haber vivido tantos años en Europa, aparte de haberme dado ventajas, me ha permitido conocer a gente que trabaja en el ámbito literario. Es bueno recalcar, además, que mi obra no sólo está traducida al francés, sino también al inglés, sueco, alemán e italiano. En realidad, y sin la menor intención de sobreestimarme, se puede aseverar que debo ser uno de los pocos escritores bolivianos cuya obra está siendo traducida a otras lenguas y uno de los pocos escritores que tiene ya un espacio ganado en exterior. Abrigo las esperanzas en que lo mejor de mi obra, que no es mucha pero sí significativa, siga siendo traducida a otros idiomas, porque lo que me interesa, entre otras cosas, es que los lectores de Europa, África, Asia o Estados Unidos, conozcan los crímenes de lesa humanidad que cometieron las dictaduras militares durante la “Operación Cóndor” o se introduzcan en el realismo mágico y la realidad tragedia de las minas a través de mi obra. Espero que así sea algún día.

A.O. -¿Qué repercusión está teniendo tu obra literaria en Bolivia?

V.M.- En Bolivia, donde la gente me conocía más por mis artículos de prensa que por mi obra literaria, se están reeditando mis libros, que fueron publicados en Suecia, España o México. Tuve la suerte de participar en un evento de escritores bolivianos, auspiciado por el Centro Cultural y Pedagógico Simón I. Patiño de Cochabamba, que se llevó a cabo en julio del 2011, donde conocí al director del grupo editorial Kipus, quien se interesó y comprometió a reeditar toda mi obra para su circulación en el país, así que ahora, con el tercer libro ya publicado, estoy en plena campaña de promoción de mi literatura. Si todo sale como el editor lo tiene previsto, tengo la certeza de que mi obra se establecerá muy pronto entre los lectores bolivianos.

(c)Araceli Otamendi - Archivos del Sur

Acerca de Víctor Montoya:
Víctor Montoya nació en La Paz, Bolivia, en 1958. Escritor, periodista cultural y pedagogo. Vivió desde su infancia en las poblaciones de Siglo XX y Llallagua, al norte de Potosí, donde conoció el sufrimiento humano y compartió la lucha de los trabajadores mineros. En 1976, como consecuencia de sus actividades políticas, fue perseguido, torturado y encarcelado durante la dictadura militar de Hugo Banzer Suárez. Estando en el Panóptico Nacional de San Pedro y en la cárcel de mayor seguridad de Chonchocoro-Viacha, escribió su libro de testimonio Huelga y represión (1979).

En su extensa obra, que abarca el género de la novela, el cuento, el ensayo y la crónica periodística, destacan: Días y noches de angustia (1982), Cuentos Violentos (1991), El laberinto del pecado (1993), El eco de la conciencia (1994), Antología del cuento latinoamericano en Suecia (1995), Palabra encendida (1996), El niño en el cuento boliviano (1999), Cuentos de la mina (2000), Entre tumbas y pesadillas (2002), Fugas y socavones (2002), Literatura infantil: Lenguaje y fantasía (2003), Poesía boliviana en Suecia (2005), Retratos (2006) y Cuentos en el exilio (2008).
Liberado de la prisión por una campaña de Amnistía Internacional, llegó exiliado a Suecia en 1977. Cursó estudios de especialización en el Instituto Superior de Pedagogía en Estocolmo y ejerció la docencia durante varios años. Dirigió las revistas literarias PuertAbierta y Contraluz. Es miembro de la Sociedad de Escritores Suecos y del PEN-Club Internacional. Su obra está traducida a varios idiomas y tiene cuentos en antologías internacionales. Está considerado por la crítica especializada como uno de los mejores narradores latinoamericanos en Suecia y como uno de los principales impulsores de la moderna literatura boliviana. Obtuvo el primer Premio Nacional de Cuento, UTO, 1984; el Premio de Cuento Breve del Semanario Liberación, Suecia, 1988; el primer premio de Cuento de Escritores de la Escania, Suecia, 1993; fue uno de los ganadores del Concurso Internacional ‘Sexto Continente del Relato Erótico’, convocado por Radio Exterior de España (2010). Escribe en publicaciones de América Latina, Europa y Estados Unidos.


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